viernes, 6 de febrero de 2009

Sobre la sed (y la arena en las venas)

Se lamentaba un joven anciano frente a la mesa de un café. Terminaba su vaso de cerveza con un cigarrillo entre los dedos.
Esperaba a alguien (¿o algo?) y no sabía a quién (¿a qué?)
En el baño mugroso del local, un hombre aún más mugroso se acercó hasta el joven anciano y le mostró la palma de su mano. Ríos de lodo y árboles tumbados se despeñaban en un océano de arena. Luego ocultó los cinco dedos en el bolsillo del sobretodo.
El joven anciano prorrumpió el silencio: “El ansia de beber, la sed, necesita la pureza de las alas del cisne para poder gustar los claros estanques o las cascadas del deshielo.”
Al instante, después de la revelación, el hombre del sobretodo se deshizo a los pies del joven en un puñado de arena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente!!!!!