sábado, 19 de diciembre de 2009

Dulce hogar

Abrió los ojos.
Descubrió que el agua estaba bajando, y que pronto debería limpiar las manchas de humedad que había dejado la inundación.
Descubrió que no bastarían trapos secos y buena voluntad para el cumplimiento de su nueva tarea, sino que la luz de los ojos abiertos sería la mejor lámpara, la más eficaz de las hogueras, para recobrar el calor y el abrigo de los muros de su cuerpo.
Despertó.