jueves, 19 de noviembre de 2009

POEMA 13: canto a la rutina

es imán que atrae a las simas de la quietud

el más aburrido de los cantos de la sirena

un tiempo que destiempa las hojas del calendario


es brazos que sujetan los brazos

tensión de silencio en el instante del amanecer


ella marca los pasos de la arena

y juega a los dados sobre el tablero de silencio

que se vuelven los días

y las madrugadas

y los años


la que sonreía con sus campanitas de primavera

y encerró los pájaros en las jaulas que destilan

sus labios

de locura, de encías con espuma, agudeza de alfiler


es una tierra yerma

que insulta con sus poros cerrados

es el grito amordazado

es una caverna en llamas donde reinan las sombras

miércoles, 18 de noviembre de 2009

POEMA 18 (noviembre)

y ha cesado el aleteo de los pájaros
en la cajita de cartón
donde durmieron
hasta el hartazgo el desconsuelo la rabia.

el sol rayando las pestañas de mi horizonte:
una dama cortejada en el desierto
requiebro de pétalos
un trino que cubre el cielo de estrellas

las curvas de mi horizonte como el océano

en continuo movimiento
en los valles y en las cimas
(en las simas
preferentemente)

la mano que se hunde en la arena
porque no tiene cuerpo
ni viento ni espejo

para despertar y que cesen
las plumas rojas,
tallando en los muros
del acartonado engranaje que corona con laureles
de espinas

viernes, 13 de noviembre de 2009

Al mirarse en el espejo



por qué insisten con que eso es una flor
si apenas tiene el aspecto de una cajita de barro

me dicen el cielo es azul
no obstante la noche,
la noche con su velo de fuego

no me vengan con cielos azules
dinámicos, de acero

si lo que yo quiero es la noche
la eterna
la de dedos de fuego

y no tanta flor con aspecto de castillo de piedra

me ofrecen el vértigo
y yo les digo que el vacío es el mejor lugar

no movimiento
no pensamiento
no corazón

y ellos me vienen con el griterío del vértigo
la velocidad, que le dicen

es un cuento

porque los muros son de humo
y hay que saberlo

hay que volverse cuchillo
filo del mutismo de medianoche

hay que volverse todo nada
sin cuerpo
sin mente
sin alma

para matar al narrador
a la voz que destila cajitas de oro
en vez de tiernas flores

hasta que un espejo te diga
que el mundo tiene cola de sirena