lunes, 23 de agosto de 2010

CAMPOS DE CENIZAS

El humo que me lleva la sangre

y me disuelve en días de no saber,

que me transita por ventanas a un paisaje

de piedra e indiferencia,

es la cúpula de mi catedral de hastío.


Y si no hay motivo de brindis,

ni carcajada ni aplauso,

espero que los campos de cenizas

me reciban con el clamor del silencio,

con el grito del cansancio que se ha soltado

como la cuerda de la mano de la marioneta.