martes, 5 de enero de 2010

LOS ELEMENTOS

De pronto el cielo se nubló. Era como si desde algún astro lejano, alguien fumara su enorme pipa y echara con premeditación las gruesas bocanadas de humo.

Cayó sobre el pasto, y hasta la tierra seca, una gota de agua. El universo descendía, estallaba en vida. El espacio rugió, semejante al lamento de una cáscara de huevo durante el nacimiento.

Y todo siguió funcionando, sobre su cinta mecánica de días y días, con la pasividad del que corre contra el reloj. Aquel abría su negocio y esperaba la clientela; éste encendía el motor de su auto y acomodaba el maletín en el asiento de acompañante; más allá aquella pensará en las decisiones a tomar durante la reunión de la tarde; otro despertará sin saber qué hacer.

Y todo como ayer.

Aunque llovía el canto de la mañana verdadera, vestida con su larga capa de juncos, con lucidez, más que sonrisa, en los labios. Estaba entre nosotros, esperando ser escuchada. Silbaba como el zorzal y se agitaba en la copa de los árboles. Desnudaba en la noche su cielo repleto de estrellas.

Aquí estaba. Pero todo, como ayer.

Entre nosotros se vestía de brisa, y besaba a los desprotegidos con su manto de humildad. Tomaba de la mano a los que cruzaban los puentes, y daba alas a aquellos que seducía el vacío. Pero no fue escuchada, ni vista. Y se replegó.

De pronto los árboles perdieron su cabello, y devorado por una serpiente, el canto de las aves cesó su vuelo. Ya no estaba, y todo seguía en su marcha de minutos y días.

Ladraron perros de muerte. Los rebaños fueron de lobos. Y con la piel de las ovejas fabricaron tuercas. Para que no volviera.

Y una mañana, cuando el cielo parecía una nube de plomo, con sus dorados dedos de sol, derramó una gota de agua sobre la tierra.

Un gorrión azul dio la bienvenida con su baño de alas en las cenizas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

BRILLANTE!!!!!! Te felicito una vez más. Graciela