Cómo marginan los hombres de las manzanas.
Tenemos muertos por su marginación.
Acariciaban con manos de fuego
el blanco perfil del ángel.
Marginan a los mil demonios
de alma celeste
que alimentan con los sagrados desperdicios.
Tenemos muertos vivos
(como los de las películas,
pero palpitantes)
Y tenían una cruz de lengua,
la publicidad más barata en la que pudieron pensar.
Los demonios siguen siendo ellos:
los hombres de las manzanas.
Los que han encarcelado en sus monumentos
a la bestia hermosa de dientes de oro.
lunes, 1 de diciembre de 2008
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